Es un término genérico usado para identificar un grupo de lesiones del codo que afectan a los perros especialmente de raza grande o gigante y de trabajo. Estas lesiones son:
Aunque estas lesiones afectan a diferentes áreas del codo, son el resultado de un desarrollo anormal del hueso y el cartílago del codo y dan lugar a osteoartrosis.
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Suele ser la principal causa de cojera de la extremidad anterior del perro.
Las lesiones pueden aparecer durante la fase de crecimiento rápido del cachorro, pero a menudo los síntomas no se observan hasta que el perro es más mayor. De ahí la importancia del control de todas las etapas del crecimiento del cachorro.
Cambios en el nivel de actividad, cojeras, inflamación de los codos, dolor, rechazo al ejercicio y cambios de comportamiento son algunos de los signos clínicos que se pueden observar si un perro tiene displasia de codo.
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En primer lugar es necesario realizar un examen ortopédico exhaustivo para saber la localización del problema y empezar a diagnosticar. Este examen consiste en:
Observación de la marcha.
Palpación de la articulación del codo para detectar hinchazones, dolor o perdida del rango de movimiento del codo.
En la mayoría de los casos, las radiografías pueden confirmar los hallazgos y caracterizar el tipo y la severidad de la displasia de codo. A pesar de ello, en determinadas ocasiones es necesario recurrir a métodos de diagnóstico más avanzados como la artroscopia, TAC o resonancia magnética.
La fragmentación del proceso coronoides medial es la forma más común de presentación de displasia de codo en perros. En este caso, los huesos y cartílago de la parte más interna (medial) del codo, sufre una fragmentación de leve a severa que deriva en una osteoartrosis. Los fragmentos que se forman pueden permanecer en su lugar o moverse en la articulación como una piedra en un zapato. La artroscopia realizada por un cirujano experimentado permite un diagnóstico seguro al mismo tiempo que un tratamiento inmediato. De forma mínimamente invasiva el cirujano puede explorar la articulación, eliminar el fragmento y tratar el cartílago de alrededor. Este procedimiento suele durar de media entre 20 a 45 minutos por articulación. La artroscopia tiene un alto éxito para la extracción del cartílago y los huesos alterados reduciendo la evolución a la artrosis y mejora la situación clínica. El paciente se recupera rápidamente en el postoperatorio al ser una técnica de mínima invasión comparada con la cirugía convencional. Pero la artroscopia no es la cura de la osteoartrosis, seguirá evolucionando y debe ser controlado a lo largo de su vida y probablemente requiera otros tratamientos a lo largo de ésta.
Con la edad, la osteoartrosis debida a la fragmentación del proceso coronoides medial y las otras formas de displasia de codo, dará lugar a la pérdida del cartílago en las superficies articulares de apoyo, lo que se llama “Enfermedad del compartimento medial”. Esto es el estadio final donde se produce un colapso articular y el roce del hueso sobre hueso sin que el cartílago que lo protege. En cambio, el cartílago de la parte lateral de la articulación suele permanecer en buen estado en la mayoría de los casos.
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Hay distintas opciones de tratamiento. Por una parte está el tratamiento médico conservador consistente en una medicación vía oral, inyecciones intraarticulares y fisioterapia, que pueden ser beneficiosos en muchos casos durante un período de tiempo y que requiere un control adecuado con revisiones periódicas.
Por otra parte tenemos el tratamiento quirúrgico. Cuando este se hace necesario, tenemos distintas técnicas que se pueden considerar como una opción para este proceso. Entre ellas tenemos: